Análisis poligonal: Práctica social, práctica espacial

Polígono de movilidad

 

 

“La pratique sociale comprend les activités concrètes: travail, non-travail, consommation, fréquentation, trajets, relations sociales, rites, représentations qui engagent et influencent la vie quotidianne. Elle s’exprime à travers une autre, la pratique de l’espace” (Depaule, 1999 : 161) .

Los puntos del polígono forman parte de la práctica social. El polígono puede entenderse como el resultado de una práctica espacial, como una disposición, una manera de ser en el espacio, un estado habitual, una tendencia hacia la movilidad, una inclinación a la exploración…, que pone de relieve la imposibilidad (¿el error?) de aislar la práctica del espacio de los procesos sociales globales. Al mismo tiempo es necesario huir de un cierto behaviorismo espacial inducido que reduce a los individuos a la experiencia de espacios específicos heterodelimitados y que imponen una relación mecánica y esencial entre el proyecto social y el proyecto espacial.

Las trayectorias vienen representadas por las correspondencias entre el sujeto y el lugar espacial (los lados del polígono). Las trayectorias realizadas por los individuos configuran también áreas en el espacio urbano. Estas áreas son un nuevo elemento a dimensionar y a medir, y tienen un alcance comparativo muy interesante cuando la observación se realiza sobre grandes agregados. Estas áreas son más o menos irregulares y más o menos extensas dependiendo de la movilidad del sujeto y de la concentración espacial de sus actividades. A su vez, las actividades serán más o menos concentradas dependiendo de (1) características del espacio y de (2) características sociológicas del propio sujeto.

 

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“La pratique sociale comprend les activités concrètes: travail, non-travail, consommation, fréquentation, trajets, relations sociales, rites, représentations qui engagent et influencent la vie quotidianne. Elle s’exprime à travers une autre, la pratique de l’espace” (Depaule, 1999 : 161) .

Los puntos del polígono forman parte de la práctica social. El polígono puede entenderse como el resultado de una práctica espacial, como una disposición, una manera de ser en el espacio, un estado habitual, una tendencia hacia la movilidad, una inclinación a la exploración…, que pone de relieve la imposibilidad (¿el error?) de aislar la práctica del espacio de los procesos sociales globales. Al mismo tiempo es necesario huir de un cierto behaviorismo espacial inducido que reduce a los individuos a la experiencia de espacios específicos heterodelimitados y que imponen una relación mecánica y esencial entre el proyecto social y el proyecto espacial.

Las trayectorias vienen representadas por las correspondencias entre el sujeto y el lugar espacial (los lados del polígono). Las trayectorias realizadas por los individuos configuran también áreas en el espacio urbano. Estas áreas son un nuevo elemento a dimensionar y a medir, y tienen un alcance comparativo muy interesante cuando la observación se realiza sobre grandes agregados. Estas áreas son más o menos irregulares y más o menos extensas dependiendo de la movilidad del sujeto y de la concentración espacial de sus actividades. A su vez, las actividades serán más o menos concentradas dependiendo de (1) características del espacio y de (2) características sociológicas del propio sujeto.

 

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Los puntos del polígono forman parte de la práctica social. El polígono puede entenderse como el resultado de una práctica espacial, como una disposición, una manera de ser en el espacio, un estado habitual, una tendencia hacia la movilidad, una inclinación a la exploración…, que pone de relieve la imposibilidad (¿el error?) de aislar la práctica del espacio de los procesos sociales globales. Al mismo tiempo es necesario huir de un cierto behaviorismo espacial inducido que reduce a los individuos a la experiencia de espacios específicos heterodelimitados y que imponen una relación mecánica y esencial entre el proyecto social y el proyecto espacial.

Las trayectorias vienen representadas por las correspondencias entre el sujeto y el lugar espacial (los lados del polígono). Las trayectorias realizadas por los individuos configuran también áreas en el espacio urbano. Estas áreas son un nuevo elemento a dimensionar y a medir, y tienen un alcance comparativo muy interesante cuando la observación se realiza sobre grandes agregados. Estas áreas son más o menos irregulares y más o menos extensas dependiendo de la movilidad del sujeto y de la concentración espacial de sus actividades. A su vez, las actividades serán más o menos concentradas dependiendo de (1) características del espacio y de (2) características sociológicas del propio sujeto.

 

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Los puntos del polígono forman parte de la práctica social. El polígono puede entenderse como el resultado de una práctica espacial, como una disposición, una manera de ser en el espacio, un estado habitual, una tendencia hacia la movilidad, una inclinación a la exploración…, que pone de relieve la imposibilidad (¿el error?) de aislar la práctica del espacio de los procesos sociales globales. Al mismo tiempo es necesario huir de un cierto behaviorismo espacial inducido que reduce a los individuos a la experiencia de espacios específicos heterodelimitados y que imponen una relación mecánica y esencial entre el proyecto social y el proyecto espacial.

Las trayectorias vienen representadas por las correspondencias entre el sujeto y el lugar espacial (los lados del polígono). Las trayectorias realizadas por los individuos configuran también áreas en el espacio urbano. Estas áreas son un nuevo elemento a dimensionar y a medir, y tienen un alcance comparativo muy interesante cuando la observación se realiza sobre grandes agregados. Estas áreas son más o menos irregulares y más o menos extensas dependiendo de la movilidad del sujeto y de la concentración espacial de sus actividades. A su vez, las actividades serán más o menos concentradas dependiendo de (1) características del espacio y de (2) características sociológicas del propio sujeto.

 

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